Muchas personas desean tener éxito en un proyecto o negocio propio. Sin embargo, se quejan que no tienen tiempo para atenderlo y otros se excusan que no han tenido éxito por que el tiempo no les alcanza para nada. ¿Será verdad?
La acción efectiva se hace posible con enfoque y administración adecuada de este recurso. Su uso inadecuado, trae como resultado la mala realización de lo planificado, recargas de estrés, cansancio, insatisfacciones, problemas, y especialmente, angustias innecesarias.
Manejo equilibrado
El exceso de obligaciones o el querer hacer todo uno mismo impide que se pueda cumplir con las tareas, de manera eficiente y organizada. Para administrarlas, existe la alternativa de aprender a delegar y dejar de creer que todas las cargas deben correr por cuenta propia.
Cuando se trabaja con calidad, se experimenta bienestar y se reduce el estrés que genera la repetición de los procesos, las malas calificaciones, las quejas y el desperdicio de recursos y tiempo.
Por ello, se debe entender que es mejor reducir un poco la velocidad, hasta poder controlar y administrar la calidad. Por otra parte, el descanso no solo es necesario, sino indispensable para que el manejo del tiempo sea exitoso, garantizando así que la calidad sea una constante, y evitando sufrir de estrés producto del exceso de actividades.
Enemigos latentes
■ Vivir contra reloj. Vivir apurado perjudica la salud y afecta los resultados de las acciones.
■ Metas inalcanzables. Fijarse objetivos que en ocasiones van a resultar demasiado difíciles de concretar, y cuya importancia no amerita del tiempo que requieren, puede ocasionar molestias.
■ Falta de organización. No saber donde se dejan las cosas, olvidar citas o tareas pendientes, etc., provoca mayor pérdida de tiempo, o que se acumulen las actividades para llevar a cabo.
■ Recursos incompletos. Cuando se tiene a la mano todo lo que se necesita para una tarea, se logra una mayor eficiencia.
■ Saber decir "no". Ante cualquier petición, lo ideal es tomarse un tiempo antes de responder. De esta manera, no existe un mayor compromiso que al final no siempre se podrá cumplir.
■ Falta de autodisciplina. No tener la voluntad necesaria para hacer primero lo importante, y después lo que se desea.
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