Cuando se tiene 50 años, se ha llegado a la etapa de la vida que se cosecha lo sembrado en el pasado. Si has hecho bien la tarea, es en este punto donde se empieza a revisar cómo se han ido alcanzando las metas establecidas.
Estás cerca de alcanzar el pago de la vivienda que compraste; los hijos están a punto de graduarse de la universidad; el fondo de jubilación privado ha ido engrosando; el valor de rescate de la póliza de vida con ahorro también ha ido creciendo. Qué bonito suena esto, ¿verdad? Pero esta no es la realidad de todas las personas.
En esta etapa la palabra clave es "prudencia" para mantenerse a flote. Prudencia en la adquisición de deudas; prudencia en no hacer inversiones que prometen hacerte rica de la noche a la mañana; prudencia en saber dónde colocar tus ahorros e invertir, entre otras precauciones.
Ya se está adentrándose a la edad de jubilación y conviene que se investigue a cuánto va a ascender el monto que te tocará.
Esto lo comparas con los gastos actuales que tienes para determinar los ajustes que hay que hacer. Esta fase es muy crítica, porque puede significar para algunos no poder jubilarse en la edad que les corresponde y tener que postergarla para cumplir con ciertas obligaciones financieras.
Para otros, significará que aún después de jubiladas tendrán que seguir en la fuerza laboral aunque sea a medio tiempo, porque a pesar de los ajustes, la jubilación que recibirán no les cuadra con los gastos. Dicho todo lo anterior, recuerda que disfrutar del presente está muy bien, pero si ahorras algo para el futuro eso asegura que tu presente por venir pueda ser aún mejor.
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